69º Festival Internacional de Cine de San Sebastián – Día 3

En 2021, Eventos, Festival de San Sebastián, Festivales y Muestras by Néstor Juez1 Comment

Concluye el primer tercio del festival con otro día realmente atractivo que confirma el buen rumbo del evento. Un día de escarceos libres con el lenguaje documental, cine eminentemente femenino y trabajos de denuncia rabiosamente actual. Apliquemos el bisturí a la jornada.

Abrió la jornada en Sección Oficial con la nueva película de uno de los sospechosos habituales del festival: Arthur Rambo, del veterano director de denuncia social Laurent Cantet, padre de la estupenda La clase. El joven Karim D disfruta de las sociales y festivas mieles del éxito en la alta sociedad parisina debido a la sensación causada por la publicación de su primer libro, basado en la figura de su madre. Sin embargo, en la inmediatez de la fiesta y la exaltación del ego, todo se irá al traste en cuestión de horas debido a la difusión mediática de unos alarmantes tuits de discurso de odio escritos en el pasado por Karim en el perfil de Arthur Rambo. Un drama comprometido y compacto, de enfoque pleno en su tesis. Una narración muy bien llevada de tempo, con una intensidad permanente y una voz alta y clara. Encomiable es también la labor interpretativa de Rabah Nait Oufella, tan carismático como contenido. Una película sin duda pertinente y adecuada, que denuncia sin ambages la vomitiva situación de maniquea corrección política y despiadada cultura de la cancelación. Sin embargo, cualquier usuario digital avezado o conocedor de estos temas quedará insatisfecho. Es un filme más adecuado para generaciones más distantes a Internet que para nativos digitales. Su discurso es interesante, pero se queda en la mas absoluta superficie. Avanza el metraje y el discurso no profundiza más allá del punto de partida, y se limita a enunciar su problemática sin dotarla de matices. Por todo ello, un filme loable y quizás (sic) necesario, pero que podría haber dado mucho más de sí. 

Continuamos con un debut que causó cierto revuelo hace pocos días en el festival de Toronto: Du som er i himlen, de la danesa Tea Lindeburg. La joven Lise pasa los días en compañía de sus hermanas en su cerrada comunidad familiar, en una granja del Siglo XIX. Una existencia plácida que quedará súbitamente en pausa cuando se complique el nuevo parto de su madre, en unas tensas horas determinantes para el rumbo del resto de sus vidas. Un trabajo pequeño que lo cede todo a la imagen preciosista, el trabajo atmosférico y la descripción psicológica del tormento interior de la niña a punto de abandonar la inocencia. Un drama que funciona en su delicadeza, en su detalle al plantear las interacciones amorosas entre las niñas hermanas, el choque seco con los muchachos cercanos o el miedo vulnerable ante la figura mayormente ausente de esos padres y hombres opresores. Un fresco de una sociedad dominada por el rigor cristiano, el puritanismo y las normas patriarcales. Sugerentes resultan sus instantes de inquietud sensorial, resaltados por la respiración entrecortada de la actriz protagonista. Es una película sin duda diluida por un preciosismo tan fútil como aparente, menos eficaz expresivamente de lo que pretende (lugares comunes como la sobada de trigo), y un desarrollo ajeno a la sorpresa. Su universo iconográfico resulta familiar. Con todo, de los títulos más apreciables de la Sección Oficial. 

Volvimos a la sección de Horizontes Latinos para descubrir un trabajo merecedor del premio a contribución artística por su montaje en el pasado Festival de Berlín: Una película de palacios, de Alonso Ruizpalacios. Montoya y Teresa son dos jóvenes policías en barrios humildes de México DF. Primero por separado, conoceremos sus impresiones sobre los riesgos y anécdotas de su labor diaria. Más adelante se desvelará una unión, y posteriormente no podremos confiar en que los policías sean quienes dicen ser. Un extrañísimo, original e impredecible cóctel de amalgama de formas visuales manieristas (ostentosas, exhibicionistas) y códigos narrativos rotos sobre sí mismos. Un juego ligero y libre, tal vez un chiste, en el que nunca sabemos qué es ficción y que es documental, si es que esa diferenciación meridiana se está produciendo en algún momento. Un acertijo que cada cierto tiempo desvela su artificio. Tiene de primeras el encanto de ofrecer un documental con el acabado formal de las ficciones (el tempo, tono e identidad gráfica remite a Scorsese, y encontramos una persecución en el metro de volverse loco). Es conflictivo sin duda hacer un discurso buenista de la policía en estos momentos, y puede sin duda observarse que nunca queda clara la reflexión a la que debemos llegar, quedando un filme que tal vez no profundice todo lo que podría. Pero en tanto excusa para una exhibición de destreza de Ruizpalacios en la realización, es un trabajo verdaderamente recomendable. 

Por fin llegó el turno de descubrir la sección de Zabaltegi de este año, con una película galardonada con el premio a Mejor Guion en la sección Orizzonti del pasado Festival de Venecia: Cenzorka, de Peter Kerekes. Un grupo de madres tratan de expiar sus crímenes haciendo trabajos sociales en una institución. Vigiladas por el seguimiento reglado del centro criarán a sus hijos, bajo la tutela de una estricta revisora de vida privada solitaria y buen corazón. Un drama basado en hechos reales con coqueteos con el lenguaje documental que nos sitúa en un universo de aséptica y fría maternidad, un desangelado mundo femenino en el que la natalidad se estandariza hasta despojarla de toda viveza. Ejercicio de estilo quirúrgico en su puesta en escena, de bellos encuadres fijos de mirada neutra. Un ejercicio del este del que cabe esperar dureza y sordidez, y está se encuentra ahí durante los primeros minutos de metraje, pero en la que emerge desatado y de manera sorprendente el candor. De hecho, tal vez sea la película mas acertadamente tierna del festival, en tanto la logra desde una sencillez minimalista y no desde la afectación ostentosa. La cámara muestra criterio deteniendo la mirada en las relaciones, tomas de contacto y hábitos diarios de estos niños y bebés con sus madres. Hasta en los territorios anímicamente más devastados tiene espacio el amor. Tal vez sea un filme limitado en sus ideas e intenciones, que pasados sus 45 minutos iniciales de exposición de tesis se estanca en un desarrollo de reiteración y evolución lógica de situaciones. Un filme del que seguramente nadie hablará, y cuya resonancia se verá diluida en el tiempo, pero que complació a este crítico. 

En la sección Zabaltegi se pudo ver la divisiva película ganadora del Oso de Oro en el pasado Festival de Berlín: Un polvo desafortunado o porno loco, del genial director rumano Radu Jude. Una profesora de instituto de Bucarest atraviesa un farragoso via crucis cuando un explícito vídeo sexual del que forma parte se esparce sin control por Internet, para revuelo de sus alumnos y escándalo de los padres y directiva. Una grotesca, desatada y extravagante sátira en tres partes, un mosaico musical que dispara con metralleta en mil direcciones sin miedo a las consecuencias. Una crítica social de la mezquindad, puritanismo e hipocresía de nuestra realidad contemporánea provocadora que aúna indiscriminadamente la filosofía, la reflexión política, el didactismo, la observación y el absurdo mas zafio. Se junta la utilización de fotografías o material de archivo, la ficción más calmada y la sitcom bufonesca. Las diferentes vías narrativas de libre elección o lo imaginado, siempre con sentido. Una película sin duda excesiva y agresiva con el espectador, que lo mismo alcanza la lucidez y el ingenio cómo coquetea con la chorrada. Sin embargo, creo que el abanico de sabrosos aciertos es amplísimo. La puesta en escena es virtuosa, con largas panorámicas y tomas de seguimiento, que brillan especialmente en un largo intervalo de paseo de la maestra por la ciudad en la que la cámara, con mucha mala baba, se detiene en elementos del mobiliario urbano, bien por su historia o por la decadencia o presencia mercantilista que representan. La disección del capitalismo, por supuesto, está presente. Sin duda no es la mejor película de un gran director, pero le reafirma como tal. Y dista de ser para todo el mundo, pero un servidor la recomienda. 

El domingo 19 se presenta el que sin duda será uno de los platos fuertes del cine de autor del curso que está por comenzar: Benedetta, el esperado trabajo de Paul Verhoeven que vio la luz en el pasado Festival de Cannes. Una adaptación literaria que aúna múltiples de las obsesiones temáticas del holandés. La joven Benedetta ingresa en el convento de Pescia del Siglo XVII acompañada de habladurías sobre su especial vínculo amoroso con Dios y las visiones que presencia desde su pronta infancia. Una vez llegada a la edad adulta, estas habilidades extraordinarias e informaciones privilegiadas de Benedetta marcarán el rumbo de la abadía en un ambiente social convulso asolado por la peste. Un viaje de fe, provocación, avaricia y ataques cruzados abigarrado y orgullosamente hortera. Un ambiguo y estridente drama lleno de excesos que ataca con actitud gamberra y mucha crítica implícita tanto la iconografía cristiana como las actitudes e hipocresías ladinas de la institución cristiana. Un filme, como no podía ser de otra manera, desgarradoramente sexual, con mucha inquina visual al retratar el deseo femenino (con una Virginie Efira y Daphne Patakia que sacan máxima expresividad cinematográfica a sus cuerpos), desnudando a unas monjas que se entregan al goce perverso como manera directa de conectar con su amor por Dios. Una crítica barroca histriónica y cargada de acidez en todas direcciones. A la hora de retratar visiones el filme apuesta por imágenes de textura digital poco conseguidas, y allí donde ofrece reflexiones interesantes también encontramos chanzas escatológicas o provocaciones superficiales tan simpáticas como bobas. Un filme que no me causó el impacto de Elle, y que considero más interesante y desafiante que puramente logrado en su totalidad. No creo que alcance las cotas de enorme película, pero sin duda estamos ante un título de visionado muy recomendable, que deja gratamente desconcertado. Sin duda alguna, de los títulos más poderosos del festival.

Un también estupendo día, lleno de provocación, riesgo, reflexión social y relatos comprometidos con la sensibilidad femenina. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos en jornadas venideras, pero hasta el momento el nivel del festival está siendo notable. 

Comentarios

  1. El fin de la abstinencia cinematográfica presencial y la posibilidad de volver a ver cine en la gran pantalla, pueden estar produciendo el famoso efecto de la Falta Morgana y hacer creer all crítico que el gran cine a vuelto por sus fueros.

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